Septiembre del 2006
Por Uno+ - 18 de Septiembre, 2006, 11:54, Categoría: General
Ahora sí, se despidió de Boca. Fue, por
lejos, el hombre más ovacionado de la tarde. Dio la vuelta olímpica. Levantó la
Recopa. Y se emocionó en serio.
Apenas coronada la vuelta olímpica, a un costado de la mitad de la cancha, a
un puñado de pasos del túnel y frente a la platea, Hugo Ibarra le entregó a
Alfio Basile el trofeo conquistado en San Pablo y algo más, mucho más. En ese
instante, a las tres menos cuarto de la tarde, el capitán le cedió al técnico
que se despedía los derechos exclusivos de las emociones del domingo en la
Bombonera.
Coco, entonces, levantó la Recopa bien arriba. Y el
estadio pareció adquirir vida. Es real que tiembla: se sacudió. Hubo una
sucesión de estribillos repletos de agradecimiento y cariño para ese hombre que
hace algo menos de un año soportaba que le lanzaran hielo para el
whisky, en aquel 1-4 ante Arsenal que él mismo cerraba pronunciando la
frase "silenzio stampa", que simbolizaba una crisis con dudoso
epílogo.
En su último día en la Bombonera, 50 mil locos por Boca
coincidieron adorando al señor corpulento, de vozarrón único, amante del barrio,
del café, de los amigos, de sencillos conceptos futboleros, vacío de
rebusques.
"Olé, olé, olé, olé, Cocooo Cocooo...", gritaban.
"Y dale Coco dale dale Coco...", repetían. "Vení vení cantá
conmigo; que un amigo vas a encontrar; de la mano de Alfio Basile; todos la
vuelta vamos a dar", insistían. "Coco no te vayas; Coco vení; quedate a
ver a Boca; te vas a divertir; Coco no te vayas; Coco vení; quedate a ver a
Boca; te vas a divertir", gozaban. "Coco, querido, La 12 está
contigo", adherían.
Antes quien ahora sólo es técnico de la
Selección había dado la vuelta olímpica caminando. Había saludado con los brazos
en alto y juntando las manos. Se había secado algunas lágrimas que no se vieron
brotar por esos anteojos oscuros, tal vez elegidos para que el planeta no lo
observara llorando por TV. Y había visto varias banderas con leyendas para
coleccionar en su memoria, aunque una actuaba como paradigma: "Coco, gracias
por tantas alegrías". Tenía razón ese trapo. Era el reconocimiento
merecido al DT-récord que atrapó los cinco títulos que disputó: Apertura, Recopa
y Sudamericana, en 2005; Clausura y Recopa, este año.
Una vez que Pedro
Orgambide —presidente de la mutual de ex jugadores del club— le entregó una
plaqueta y un Rolex, a las tres menos diez, Basile se metió en el túnel. Pasó
por el vestuario y dejó algunas frases en el camino a uno de los palcos. La
primera: "Soy un duro, pero todo esto me conmovió".
—Pero vos
habías dicho que sos un tierno.
—Bueno, bueno... Pero eso es en otras
circunstancias.
—¿Cómo calificás a este día?
—Es uno de los
días más importantes de mi carrera.
Enseguida, viajó de los momentos más
excitantes en Boca a los más dramáticos. "La última vez que me emocioné así fue
en la Sudamericana, cuando ganamos con el penal del Pato
Abbondanzieri", puntualizó.
—¿Y de lo negativo también te acordaste
hoy?
—Sí, pero lo tiro a la basura.
—¿Cómo le irá a La
Volpe?
—Le deseo el mismo éxito que tuve yo. Le va a ir bien seguro.
Esto es una continuidad.
—¿A este equipo, entonces, hay que dejarlo
caminar?
—No comment. Bye, bye.
El hombre del
spanglish se fue a mirar los 90 minutos con el vice Pedro Pompilio. Y
no sólo se llevó toda la gloria. Con él también se fueron las emociones totales.
Es que ya nada fue como era. Boca empató con el modesto Godoy Cruz y no logró el
objetivo planteado: ganar para igualar el récord de 13 victorias consecutivas de
San Lorenzo. La pelota lo había resuelto cuando Ibarra le entregó la Recopa a
Basile. Este domingo, como era el último de Coco en la Bombonera, no
aceptaba copropietarios. Era de Basile. Sólo
suyo. |
Por Uno+ - 18 de Septiembre, 2006, 11:53, Categoría: General
El debut de Ricardo La Volpe dejó sabor a poco. El técnico
arrancó con los campeones de la Recopa, pero luego hizo varias modificaciones
—sin resultado— de nombres y de dibujo.
Quizás haya sido la mezcla de sensaciones: la consagración en San Pablo, la
fiesta previa de ayer, la despedida de Basile, la bienvenida a La Volpe. Quizás,
el trajín arrastrado que mermó los físicos, hizo más pesadas las piernas y más
lentas las mentes. Quizás, el aflojamiento natural que suele seguirles a las
conquistas. Lo real es que Boca no fue Boca. No fue el Boca arrasador. No
fue el Boca convincente. No fue el Boca que juega de memoria. No fue el Boca de
las brillantes individualidades. No fue el Boca que combina exactamente
precisión y velocidad. No fue el Boca que pone de rodillas a sus rivales,
llámense como se llamen. Y entonces, en los mediocres noventa minutos, jamás
le pudo encontrar la vuelta al partido ni al adversario. Y entonces, se le
fueron los dos puntos menos pensados. Y entonces, ya no es líder solitario. Y
entonces, se quedó en el umbral de emparejar el récord histórico del San Lorenzo
2001. Y entonces, el domingo no terminó como había empezado.
La Volpe no
metió mano al comienzo: salieron los mismos once que fueron campeones de la
Recopa. ¿Con qué se topó Boca? Con un Godoy Cruz que no sólo exhibió dignidad
y limpieza (apenas vio una tarjeta amarilla) sino que además edificó un
planteo inteligente, sin autoencerrarse en su área. Con dos líneas de
cuatro, un media punta (Diego Villar, de interesante trabajo) y un delantero (el
grandote Miranda), el equipo de Llop presionó arriba y se encargó de cercar a
las piezas clave de Boca (Gago y Palacio) con la intención de cortarle el
circuito creativo. Y lo logró ampliamente.
Boca monopolizaba la pelota, a
partir de la circulación que le daba Gago —de sobria primera etapa, se cayó
abruptamente en la segunda—, pero no podía encarrilar su juego ofensivo por
varios factores: la imprecisión, el ritmo cadencioso, la falta de
variantes y la ausencia de Palacio. Boca merodeaba las
cercanías del segurísimo Torrico —la figura de la cancha— por peso específico y
por la habitual ambición, aunque no poseía lucidez para mirarse cara a cara con
el arquero. Tanto que la posibilidad más clara fue un derechazo de Gago desde la
medialuna que reventó el palo izquierdo. Y punto.
A la media hora, La
Volpe empezó a mover el tablero: chau al enganche (Marino) y hola al 4-4-2, su
esquema preferido, con Cardozo y Marino muy abiertos, Neri por la derecha y el
ex Newell's por la izquierda. ¿Resultados? Ninguno. Por eso, en la reanudación,
afuera Marino y adentro Dátolo: cambio de nombres, no de dibujo. Al minuto,
Palacio se largó a una maniobra individual —la única— y Torrico le sacó el gol.
Fue, igual, un anticipo de lo que vendría por un rato: un Boca que desprendió
más gente en ataque y llenó de centros el área de Godoy Cruz. Torrico se vistió
de Superman para atajar dos cabezazos de Palermo. Parecía, a esa
altura, la fórmula exclusiva de Boca. En consecuencia, más modificaciones de La
Volpe: Barros Schelotto al césped, Ledesma al banco. Tres delanteros para un
4-3-3, con Guillermo por derecha y Palacio —desperdiciado— por el medio,
encimado con Palermo. No fue todo: a los 31, Calvo reemplazó a Cardozo —no se
entendió la variante: Neri era de lo mejorcito— y se paró como 8. E
Ibarra se adelantó a la zona central, cerquita de Gago. Pura
confusión.
Entre todos esos movimientos tácticos-estratégicos de Boca,
Godoy Cruz coqueteó con el triunfo con una notable jugada de Villar que murió en
una gran contención de Bobadilla. Es decir: si bien es cierto que Boca pudo
ganar, porque fue el que más llegó y porque Torrico fue determinante para
resistir el cero, también es verdad que Godoy Cruz —con pocos hombres con
vocación ofensiva— se las ingenió para acallar más de una vez las voces de la
Bombonera. El nuevo ciclo, al cabo, arrancó en blanco pero con una presunción:
La Volpe establecerá su impronta. |
Por Uno+ - 18 de Septiembre, 2006, 11:53, Categoría: General
Una de las grandes diferencias que se observaron entre Ricardo La Volpe y
Alfio Basile es que el nuevo entrenador tendrá en cuenta al ídolo inoxidable, a
ese jugador que enciende a la tribuna, al más ganador de la historia azul y oro.
Guillermo Barros Schelotto participó 27 minutos en el segundo tiempo. Y el dato
no es menor. Porque estuvo en el césped casi la mitad del tiempo que jugó en
los últimos siete meses.
"Guille es un jugador del cual
sabemos la calidad que tiene. Jugando por afuera, podía abrir la cancha. Lo puse
para que generara algún error en el rival o alguna improvisación cerca del área
que provocara un tiro libre, porque era la única forma de entrarles a los
mendocinos", explicó La Volpe en la conferencia de prensa.
Sin embargo,
el Mellizo no rindió en todo su esplendor. Tuvo poca participación en
el juego y fue amonestado por Sergio Pezzotta porque reclamó —con mucha razón—
un tiro de esquina que el árbitro observó como saque de arco de Godoy Cruz. Está
claro que no puede cargarse las tintas en el delantero platense. La carencia
de ritmo futbolístico tiene que ver con su falta de continuidad. Desde el 26
de febrero, por la sexta fecha del torneo Clausura, que Barros Schelotto no es
titular. Ese día, victoria 2-1 ante Argentinos en La Paternal, Guillermo jugó 80
minutos y fue sustituido por Daniel Bilos.
Después, sólo ingresó en los
segundos tiempos. Y en ocho partidos apenas disputó 78 minutos. Poco y nada para
entrar en acción y desequilibrar.
Claro que, ahora, parece haber cambiado
la historia para el Mellizo. Al menos con La Volpe, la hinchada ya no deberá
pedir a gritos a Guilleeeeeermo. |
Por Uno+ - 18 de Septiembre, 2006, 11:52, Categoría: General
Confesó su fastidio por no ganar.
Analizó jugadores. Y en su debut hasta se refirió a una potencial renuncia.
No había talco en el bolsillo izquierdo de su yerno ayudante de campo, Flavio
Davino. Ni rastros de aquel polvo mágico de Rubén Díaz, mano derecha de Alfio
Basile. No lucía una camisa negra, tampoco una celeste, ni siquiera esa campera
de cuero, fieles compañeras del entrenador que ganó todo lo que disputó con Boca
y que ahora buscará transitar la ruta del éxito en la Selección. Tampoco tenía
en su poder la carpeta del azar. Tan diferente es Ricardo La Volpe al
Coco, que no tuvo suerte ni siquiera despojado del atuendo que
vistió hasta el segundo tiempo, un blazer azul y una corbata roja. Cábalas al
margen, tan distintos son que mientras uno decía bye entre
ovaciones, el otro todavía no había dicho hola y ya se refería a un
hipotético adiós...
Nadie hubiera imaginado que sólo noventa
minutos después de asumir y sentarse en el banco azul y oro, alguien podía
hablar de su renuncia. Mucho menos el propio La Volpe.
"Soy grande
para saber cuándo tengo que irme. En el momento en que empiecen los insultos y
los dirigentes no me quieran, me voy. Mi contrato se renueva partido a
partido. Y sé perfectamente que cuando un técnico pierde tres fechas
seguidas, puede quedarse sin trabajo", respondió el flamante técnico en el final
de la conferencia de prensa, cuando un periodista partidario le dijo que había
llegado a Sportivo Ganar y le preguntó sin anestesia por la
duración de su vínculo con Boca y la presión de la hinchada.
Esa pregunta
fue, al cabo, el epílogo de una tarde cargada de tensiones, en la que todas las
miradas hicieron blanco en La Volpe, quien sucedió a Basile bañado por los
aplausos de los plateístas ubicados sobre el banco y terminó observado de
reojo.
Hubo un show que comenzó a las 15.40. Cinco minutos después
de que los jugadores se sacaran la foto del equipo, ésa que pocas veces sale
publicada, surgió por el túnel que abre paso al campo de juego. Con anteojos
negros, saco azul, corbata roja, camisa blanca, jeans y zapatos oscuros, se paró
en el lugar que ocupaba el Coco. Siguió el partido en ese sitio hasta
los veinte minutos, cuando se paró contra la línea de cal. En ese momento,
entregó su primera indicación (a Fernando Gago, quien se acercó hacia él) y
mandó a calentar a Jesús Dátolo. Con las manos en la cintura o en su barbilla,
gritó poco.
En el segundo, ya sin blazer y sin corbata,
arremangado, encendió un cigarrillo, más allá de que existe una
legislación que impide fumar en el banco. Habló con Andrés Franzoia, pero
decidió reemplazar a Neri Cardozo con José María Calvo. Y fue sincero La Volpe.
Tanto que ante el periodismo explicó: "Le pregunté a Franzoia si tenía marca.
Como me dijo que no, lo puse a Calvo. Veía que nos estaban complicando con
los contraataques y a veces, aunque siempre haya que salir a ganar, mejor es no
perder".
Hasta habló de nombres propios, algo que no solía hacer el
Coco: "Ibarra no estaba en su plenitud física, pero tiene toque (...)
Calvo desbordó. ¿Si tenía otro para hacer ese trabajo? Bertolo, ¿no? De a poco
los voy a ir conociendo. (...) Marino no me abría bien la cancha; por eso aposté
a Dátolo. (...) Este chico Palacios (sic) tiró una pelota por arriba". Y analizó
las variantes tácticas: "Ellos estaban bien parados con dos líneas de cuatro más
un volante atrasado tapando a Gago. Entonces, busqué con dos mediocampistas de
contención, Neri por derecha y Marino por afuera, primero, después con
Dátolo".
Destacó el pressing de Boca, pero se lamentó porque no
tuvo "pelotas paradas" para desequilibrar. Y reconoció su fastidio —y el del
plantel— por no ganar. Y se fue. Pensando en soluciones. Esas que no serán
mágicas como las cábalas de su antecesor |
Por Uno+ - 5 de Septiembre, 2006, 20:48, Categoría: General
DESPUES DE TIEMPO NOS TOMAMOS UNA SEMANA DE VACACIONES.
ESTAREMOS NUEVAMENTE A PARTIR DEL PROXIMO LUNES
AGUANTE BOCA. LA MAQUINA
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